Todos
hemos escuchado, de una u otra manera, acerca de la experimentación con
animales. Que si es cruel, que si no lo es, que si en innecesaria, que si es
esencial…
Empecemos
por lo básico: ¿Qué es la experimentación
animal?
La
utilización de modelos experimentales en animales considera a otras especies
como modelos en miniatura de los problemas humanos, sin los riesgos éticos que
implicaría la experimentación directamente con seres humanos.
Este
es un tema que ha causado mucha polémica en los últimos tiempos.
Se
habla de dos posturas generales, que podrían considerarse irreconciliables: Por
un lado podemos encontrar a los defensores de los animales, que rechazan esta
práctica considerándola cruel; y por el otro, a los que la apoyan, bajo la
premisa de que es esencial para el desarrollo de las ciencias.
Lo
cierto es que, a pesar de las controversias, muchos de los avances de la
medicina efectivamente se han logrado gracias a la utilización de modelos
experimentales en animales. Y han sido utilizados en distintas áreas de la
investigación desde hace muchos años, como pruebas diagnósticas o controles de
calidad en productos farmacológicos. Podríamos remontarnos hasta el siglo XV,
con William Harvey, o hasta las observaciones de Aristóteles si lo que nos
interesa es llegar más lejos. No hay un área de la medicina que no le deba
mucho de su avance a la experimentación en animales.
Por
otro lado, hay defensores de la idea de que si la experimentación en animales
hubiera sido ilegal, los científicos habrían usado su creatividad para
encontrar la forma de llevar a cabo sus investigaciones. Esto parece poco
creíble, ya que en muchas investigaciones el uso de los animales es
imprescindible.
Como
consecuencia, esto ha llevado a que la actividad científica se enfrente a la
ética, a que se revise su relación y la forma en que interactúan.
Sin
embargo, debido a la amplitud de un tema que abarca dos disciplinas de una
forma tan grande, muchas veces se cae en una visión cerrada de la situación y
se observa solo desde el lado del espectador que no participa en la práctica, o
solo desde el lado del investigador que lleva a cabo los experimentos.
Es
difícil abordar un tema como este sin caer en la subjetividad.
La
experimentación en animales es una cuestión ética de grandes números. Se
calcula que se utilizan ciento cincuenta millones de animales en el mundo al
año, pero estas cifras se ponen en duda debido a que solo algunos países
publican cifras (como Estados Unidos o Inglaterra), y aun así excluyen a cierto
tipo de animales: Estados Unidos no contempla ratas, ratones, peces, anfibios
ni aves; Inglaterra excluye a los peces y anfibios; tampoco se toman en cuenta
los animales, criados explícitamente para experimentación, que son “desechados”
cuando hay un exceso de producto, ni los que son sacrificados para la práctica
de estudiantes. Esto nos deja con cifras poco confiables que muy probablemente
se alejen mucho de los números reales.
Hay
básicamente tres campos en donde se utiliza:
*La
docencia: En donde se utilizan como prácticas para permitir la adquisición de
habilidades clínicas y quirúrgicas, el aprendizaje de procesos fisiológicos y
el estudio de características anatómicas.
*En
la industria: Poniendo como ejemplo la industria cosmética, que es una de las
más criticadas. Se asegura que los animales sufren de tortura solo por una
frivolidad del hombre.
*En
la investigación: Es el campo donde más arraigada está la práctica, debido a
que muchas investigaciones lo requieren y no es posible sustituirlo.
Debido
a la presión de grupos ambientalistas y en general de la opinión pública, se
han llevado a cabo avances al respecto. En la actualidad hay centros de trabajo
que buscan rutas alternativas para evitar en lo más posible la experimentación
en animales; igualmente, los modelos de ordenador, cultivos celulares, y otros
métodos han ayudado a que se reduzca la cantidad de animales utilizados.
Sin
embargo, al realizar el examen final, éste debe ser llevado a cabo en un
sistema completo y vivo. Ni aun la tecnología más avanzada y específica puede
imitar del todo las conexiones y reacciones químicas que se llevan a cabo dentro de un organismo.
La
vivisección, o la experimentación en animales vivos, es probablemente la
práctica más atacada en la actualidad. Es denominada tortura por muchos grupos
de defensa de los derechos animales. Literalmente, vivisección significa
“cortar animales vivos”, pero el término se aplica a cualquier tipo de
experimentación que se lleve a cabo en animales no sacrificados.
Se
lleva a cabo en cinco grandes áreas: la ciencia básica, experimentación
química, experimentación médico-farmacológica, experimentación cosmética, y
experimentación militar.
De
estas cinco áreas, las más rechazadas son la experimentación cosmética y la
experimentación militar, con sus propios argumentos.
Sobre
la experimentación cosmética se ha hablado mucho. Desde debates formales hasta
discusiones de café. Muchas personas coinciden en que esta práctica no tiene
ningún sentido, ya que favorece solo a la frivolidad del hombre mientras afecta
a los animales, por lo que no entra en la justificación de “evitar los
padecimientos del hombre”. Por mi parte, no puedo estar en desacuerdo con esta
postura, sin embargo, se hace notoria la contradicción de parte de la sociedad,
en la que se rechaza la experimentación, pero se consumen los productos que
surgen de esta. Al respecto, afortunadamente, hay empresas que satisfacen la
demanda de estos productos sin llevar a cabo la experimentación animal.
Sobre
la experimentación militar el argumento es similar. “No beneficia al hombre, y
no solo eso, sino que favorece la autodestrucción de la raza humana. ¿Qué
sentido tiene esta investigación? Se causa daño para averiguar cómo causar aún
más daño.” De igual manera, estoy de acuerdo, aunque en este tema mi opinión puede
resultar muy sesgada.
Sin
embargo, también hay opositores a la experimentación médico-farmacológica. Aun
cuando esta es, en teoría, la búsqueda del bienestar humano.
Lo
curioso de los detractores de la experimentación animal, es que no solo son
grupos radicales ambientalistas o personas del público sin una formación en
ciencias, si no que científicos reconocidos y con una carrera amplia en
investigación se han declarado en contra de esta práctica.
Esto
genera un cuestionamiento más: ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es que un
profesional, consciente de la necesidad de esta práctica y experimentado, se
opone?
La
respuesta vendría siendo la misma pregunta: Es debido a su experiencia.
A
lo largo del tiempo, diversos estudios han demostrado dos organismos diferentes,
como un gato y un humano, pueden reaccionar a una sustancia de manera similar
por una simple coincidencia, y reaccionar a otra de forma completamente
opuesta. Son resultados que se saben únicamente cuando ya han sido medidos en ambas
especies.
Así
que medicamentos testados en animales pueden resultar perjudiciales para los
seres humanos. O podrían resultar fatales para los animales pero beneficiosos
para el ser humano.
Por
dar un ejemplo, los cobayos o conejillos de indias, animales ampliamente
utilizados en experimentación, mueren con la penicilina. Tendríamos que dar
gracias porque Fleming probó en ratones primero o de lo contrario se hubiera
creído que la penicilina es mortal para los humanos.
De
igual forma, ha habido cirujanos que afirman que la práctica con animales ha
sido incluso perjudicial para su habilidad y que han debido perfeccionarla ya
trabajando sobre seres humanos.
Este
tipo de testimonios genera una gran confusión.
Entonces, ¿la
experimentación animal es completamente inútil?
Ahí
tenemos que tratar con cuidado.
Si
bien ha habido casos en los que se registran respuestas tan distintas, también
está comprobado que ciertos animales tienen sistemas similares a los del ser
humano. Volviendo a retomar a los cobayos, su sistema cardiovascular y respiratorio
es análogo al del ser humano y por lo tanto reaccionan igual. Por esta razón,
estos animales son utilizados en los modelos experimentales para estudiar el
asma y sus repercusiones en el sistema cardiovascular.
Ahora,
el principal argumento de los opositores a la experimentación animal es el
sufrimiento por el que pasa el animal. A los animales se les cría de manera que
desarrollen ciertas enfermedades por las que después serán tratados o alguna
respuesta medida.
En
mi opinión no hay una manera de evitar por completo la experimentación animal,
por lo menos en un futuro cercano. Se puede reducir el sufrimiento y mejorar
las condiciones en las que viven los animales. Darles una muerte digna.
En
1831, Marshall Hall propuso cinco principios para respetar en expermentación
con animales:
*La
experimentación no debe realizarse si la observación puede sustituirla.
*Ningún
experimento debe hacerse sin un objetivo claro.
*Los
científicos deben estar bien informados acerca de los experimentos de sus
colegas, para evitar repeticiones innecesarias.
*Los
experimentos justificados deben realizarse con el menor dolor posible.
*Cada
experimento debe realizarse bajo circunstancias que den lugar a los resultados
más claros y evitar la repetición de los mismos.
Estos
cinco principios resumen lo que todo científico debe hacer, pero evidentemente,
para lograrlo se necesita práctica. Y es cuando caemos de nuevo en polémica.
Los
estudiantes utilizan animales para practicar, y muchas veces estos animales
sufren debido a la falta de experiencia de quien los maneja. Pero la única
manera de evitarlo es que adquiera experiencia, para lo que necesitaría
animales en los cuales practicar. Es un círculo vicioso en el que es difícil
evitar el sufrimiento.
¿Qué se puede
hacer al respecto?
Posiblemente
la mejor manera de solucionar esto es concientizar a los estudiantes desde un
inicio, pero eso no sustituirá la experiencia.
Más
allá de la discusión ética sobre el tema, que no terminará en un futuro cercano
debido a los obstáculos que se atraviesan entre ambas disciplinas, este tema
también llega al ámbito legal.
En
la Ciudad de México existe la Ley de Protección a los Animales del Distrito
Federal. Esta ley abarca a todos los animales, desde domésticos, de exhibición
y, obviamente, los animales en experimentación.
Los
define como:
“Animal para la
investigación científica: Animal que es utilizado para la generación de nuevos conocimientos,
por instituciones científicas y de enseñanza superior.”
Esta
ley establece que los animales deberán mantenerse en un espacio adecuado, donde
no pase hambre, sed, hacinamiento, etc. También dice que los animales deberán
ser sacrificados de manera digna, e impulsa a denunciar cuando esto no se
cumpla.
La
experimentación animal es, y seguirá siendo, un tema polémico que cause
discusiones en la sociedad, en cualquier grupo. Queda en manos de los
involucrados expandir el conocimiento y no dejar que la ignorancia se
interponga en caminos necesarios para el desarrollo del ser humano; pero
igualmente deberán asegurarse de que tampoco se caiga en la indiferencia o
frialdad al respecto.
Los
animales deben ser tratados con dignidad, respetando las normativas y recordando
los cinco principios de Marshall Hall.
Lo
ideal sería que en algunos años se pudiera eliminar esta práctica y sustituirla
por técnicas alternativas en donde los animales no sufran. Pero hasta que eso
suceda, si sucede, es nuestro deber
asegurarnos de proteger y defender a los seres vivos que no pueden hacerlo por
sí mismos, aún si la única forma de hacerlo es asegurarse de que tengan una
muerte digna.
Por Lily Kerry
Fuentes:
http://www.fveter.unr.edu.ar/upload/08-BIOETICADIRECTRICES_LEGALESESPA%D1A-58.pdf
http://www.cbioetica.org/revista/72/722527.pdf
http://www.derechoanimal.info/images/pdf/FABIOLA-LEYTON-experimentacion-con-animales.pdf
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S1726-569X2007000100004&script=sci_arttext
http://www.altarriba.org/viviseccion/faq.htm
http://es.slideshare.net/pandorasoul/normas-y-uso-controlado-de-animales-de-laboratorio
http://ddd.uab.cat/pub/trerecpro/2011/80084/la_experimentacion_animal.pdf
http://www.pgjdf.gob.mx/fedapur/DF/Leyes/Ley%20Protecci%C3%B3n%20Animales%20DF%20-%20marzo%202010.pdf