17/5/15

Experimentar en animales, ¿útil, cruel o solo un tema más que jamás dejará de debatirse?



Todos hemos escuchado, de una u otra manera, acerca de la experimentación con animales. Que si es cruel, que si no lo es, que si en innecesaria, que si es esencial…

Empecemos por lo básico: ¿Qué es la experimentación animal?

La utilización de modelos experimentales en animales considera a otras especies como modelos en miniatura de los problemas humanos, sin los riesgos éticos que implicaría la experimentación directamente con seres humanos.

Este es un tema que ha causado mucha polémica en los últimos tiempos.

Se habla de dos posturas generales, que podrían considerarse irreconciliables: Por un lado podemos encontrar a los defensores de los animales, que rechazan esta práctica considerándola cruel; y por el otro, a los que la apoyan, bajo la premisa de que es esencial para el desarrollo de las ciencias.

Lo cierto es que, a pesar de las controversias, muchos de los avances de la medicina efectivamente se han logrado gracias a la utilización de modelos experimentales en animales. Y han sido utilizados en distintas áreas de la investigación desde hace muchos años, como pruebas diagnósticas o controles de calidad en productos farmacológicos. Podríamos remontarnos hasta el siglo XV, con William Harvey, o hasta las observaciones de Aristóteles si lo que nos interesa es llegar más lejos. No hay un área de la medicina que no le deba mucho de su avance a la experimentación en animales.

Por otro lado, hay defensores de la idea de que si la experimentación en animales hubiera sido ilegal, los científicos habrían usado su creatividad para encontrar la forma de llevar a cabo sus investigaciones. Esto parece poco creíble, ya que en muchas investigaciones el uso de los animales es imprescindible.

Como consecuencia, esto ha llevado a que la actividad científica se enfrente a la ética, a que se revise su relación y la forma en que interactúan.

Sin embargo, debido a la amplitud de un tema que abarca dos disciplinas de una forma tan grande, muchas veces se cae en una visión cerrada de la situación y se observa solo desde el lado del espectador que no participa en la práctica, o solo desde el lado del investigador que lleva a cabo los experimentos.

Es difícil abordar un tema como este sin caer en la subjetividad.

La experimentación en animales es una cuestión ética de grandes números. Se calcula que se utilizan ciento cincuenta millones de animales en el mundo al año, pero estas cifras se ponen en duda debido a que solo algunos países publican cifras (como Estados Unidos o Inglaterra), y aun así excluyen a cierto tipo de animales: Estados Unidos no contempla ratas, ratones, peces, anfibios ni aves; Inglaterra excluye a los peces y anfibios; tampoco se toman en cuenta los animales, criados explícitamente para experimentación, que son “desechados” cuando hay un exceso de producto, ni los que son sacrificados para la práctica de estudiantes. Esto nos deja con cifras poco confiables que muy probablemente se alejen mucho de los números reales.

Hay básicamente tres campos en donde se utiliza:

*La docencia: En donde se utilizan como prácticas para permitir la adquisición de habilidades clínicas y quirúrgicas, el aprendizaje de procesos fisiológicos y el estudio de características anatómicas.

*En la industria: Poniendo como ejemplo la industria cosmética, que es una de las más criticadas. Se asegura que los animales sufren de tortura solo por una frivolidad del hombre.

*En la investigación: Es el campo donde más arraigada está la práctica, debido a que muchas investigaciones lo requieren y no es posible sustituirlo.

Debido a la presión de grupos ambientalistas y en general de la opinión pública, se han llevado a cabo avances al respecto. En la actualidad hay centros de trabajo que buscan rutas alternativas para evitar en lo más posible la experimentación en animales; igualmente, los modelos de ordenador, cultivos celulares, y otros métodos han ayudado a que se reduzca la cantidad de animales utilizados.

Sin embargo, al realizar el examen final, éste debe ser llevado a cabo en un sistema completo y vivo. Ni aun la tecnología más avanzada y específica puede imitar del todo las conexiones y reacciones químicas  que se llevan a cabo dentro de un organismo.

La vivisección, o la experimentación en animales vivos, es probablemente la práctica más atacada en la actualidad. Es denominada tortura por muchos grupos de defensa de los derechos animales. Literalmente, vivisección significa “cortar animales vivos”, pero el término se aplica a cualquier tipo de experimentación que se lleve a cabo en animales no sacrificados.

Se lleva a cabo en cinco grandes áreas: la ciencia básica, experimentación química, experimentación médico-farmacológica, experimentación cosmética, y experimentación militar.

De estas cinco áreas, las más rechazadas son la experimentación cosmética y la experimentación militar, con sus propios argumentos.

Sobre la experimentación cosmética se ha hablado mucho. Desde debates formales hasta discusiones de café. Muchas personas coinciden en que esta práctica no tiene ningún sentido, ya que favorece solo a la frivolidad del hombre mientras afecta a los animales, por lo que no entra en la justificación de “evitar los padecimientos del hombre”. Por mi parte, no puedo estar en desacuerdo con esta postura, sin embargo, se hace notoria la contradicción de parte de la sociedad, en la que se rechaza la experimentación, pero se consumen los productos que surgen de esta. Al respecto, afortunadamente, hay empresas que satisfacen la demanda de estos productos sin llevar a cabo la experimentación animal.

Sobre la experimentación militar el argumento es similar. “No beneficia al hombre, y no solo eso, sino que favorece la autodestrucción de la raza humana. ¿Qué sentido tiene esta investigación? Se causa daño para averiguar cómo causar aún más daño.” De igual manera, estoy de acuerdo, aunque en este tema mi opinión puede resultar muy sesgada.

Sin embargo, también hay opositores a la experimentación médico-farmacológica. Aun cuando esta es, en teoría, la búsqueda del bienestar humano.

Lo curioso de los detractores de la experimentación animal, es que no solo son grupos radicales ambientalistas o personas del público sin una formación en ciencias, si no que científicos reconocidos y con una carrera amplia en investigación se han declarado en contra de esta práctica.

Esto genera un cuestionamiento más: ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo es que un profesional, consciente de la necesidad de esta práctica y experimentado, se opone?

La respuesta vendría siendo la misma pregunta: Es debido a su experiencia.

A lo largo del tiempo, diversos estudios han demostrado dos organismos diferentes, como un gato y un humano, pueden reaccionar a una sustancia de manera similar por una simple coincidencia, y reaccionar a otra de forma completamente opuesta. Son resultados que se saben únicamente cuando ya han sido medidos en ambas especies.

Así que medicamentos testados en animales pueden resultar perjudiciales para los seres humanos. O podrían resultar fatales para los animales pero beneficiosos para el ser humano.

Por dar un ejemplo, los cobayos o conejillos de indias, animales ampliamente utilizados en experimentación, mueren con la penicilina. Tendríamos que dar gracias porque Fleming probó en ratones primero o de lo contrario se hubiera creído que la penicilina es mortal para los humanos.

De igual forma, ha habido cirujanos que afirman que la práctica con animales ha sido incluso perjudicial para su habilidad y que han debido perfeccionarla ya trabajando sobre seres humanos.

Este tipo de testimonios genera una gran confusión.

Entonces, ¿la experimentación animal es completamente inútil?

Ahí tenemos que tratar con cuidado.

Si bien ha habido casos en los que se registran respuestas tan distintas, también está comprobado que ciertos animales tienen sistemas similares a los del ser humano. Volviendo a retomar a los cobayos, su sistema cardiovascular y respiratorio es análogo al del ser humano y por lo tanto reaccionan igual. Por esta razón, estos animales son utilizados en los modelos experimentales para estudiar el asma y sus repercusiones en el sistema cardiovascular.

Ahora, el principal argumento de los opositores a la experimentación animal es el sufrimiento por el que pasa el animal. A los animales se les cría de manera que desarrollen ciertas enfermedades por las que después serán tratados o alguna respuesta medida.

En mi opinión no hay una manera de evitar por completo la experimentación animal, por lo menos en un futuro cercano. Se puede reducir el sufrimiento y mejorar las condiciones en las que viven los animales. Darles una muerte digna.

En 1831, Marshall Hall propuso cinco principios para respetar en expermentación con animales:
*La experimentación no debe realizarse si la observación puede sustituirla.
*Ningún experimento debe hacerse sin un objetivo claro.

*Los científicos deben estar bien informados acerca de los experimentos de sus colegas, para evitar repeticiones innecesarias.

*Los experimentos justificados deben realizarse con el menor dolor posible.

*Cada experimento debe realizarse bajo circunstancias que den lugar a los resultados más claros y evitar la repetición de los mismos.

Estos cinco principios resumen lo que todo científico debe hacer, pero evidentemente, para lograrlo se necesita práctica. Y es cuando caemos de nuevo en polémica.

Los estudiantes utilizan animales para practicar, y muchas veces estos animales sufren debido a la falta de experiencia de quien los maneja. Pero la única manera de evitarlo es que adquiera experiencia, para lo que necesitaría animales en los cuales practicar. Es un círculo vicioso en el que es difícil evitar el sufrimiento.

¿Qué se puede hacer al respecto?

Posiblemente la mejor manera de solucionar esto es concientizar a los estudiantes desde un inicio, pero eso no sustituirá la experiencia.

Más allá de la discusión ética sobre el tema, que no terminará en un futuro cercano debido a los obstáculos que se atraviesan entre ambas disciplinas, este tema también llega al ámbito legal.

En la Ciudad de México existe la Ley de Protección a los Animales del Distrito Federal. Esta ley abarca a todos los animales, desde domésticos, de exhibición y, obviamente, los animales en experimentación.

Los define como:

“Animal para la investigación científica: Animal que es utilizado para la generación de nuevos conocimientos, por instituciones científicas y de enseñanza superior.”

Esta ley establece que los animales deberán mantenerse en un espacio adecuado, donde no pase hambre, sed, hacinamiento, etc. También dice que los animales deberán ser sacrificados de manera digna, e impulsa a denunciar cuando esto no se cumpla.

La experimentación animal es, y seguirá siendo, un tema polémico que cause discusiones en la sociedad, en cualquier grupo. Queda en manos de los involucrados expandir el conocimiento y no dejar que la ignorancia se interponga en caminos necesarios para el desarrollo del ser humano; pero igualmente deberán asegurarse de que tampoco se caiga en la indiferencia o frialdad al respecto.

Los animales deben ser tratados con dignidad, respetando las normativas y recordando los cinco principios de Marshall Hall.

Lo ideal sería que en algunos años se pudiera eliminar esta práctica y sustituirla por técnicas alternativas en donde los animales no sufran. Pero hasta que eso suceda, si sucede, es nuestro deber asegurarnos de proteger y defender a los seres vivos que no pueden hacerlo por sí mismos, aún si la única forma de hacerlo es asegurarse de que tengan una muerte digna.

Por Lily Kerry 

Fuentes: 
http://www.fveter.unr.edu.ar/upload/08-BIOETICADIRECTRICES_LEGALESESPA%D1A-58.pdf
http://www.cbioetica.org/revista/72/722527.pdf
http://www.derechoanimal.info/images/pdf/FABIOLA-LEYTON-experimentacion-con-animales.pdf
http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S1726-569X2007000100004&script=sci_arttext
http://www.altarriba.org/viviseccion/faq.htm
http://es.slideshare.net/pandorasoul/normas-y-uso-controlado-de-animales-de-laboratorio
http://ddd.uab.cat/pub/trerecpro/2011/80084/la_experimentacion_animal.pdf
http://www.pgjdf.gob.mx/fedapur/DF/Leyes/Ley%20Protecci%C3%B3n%20Animales%20DF%20-%20marzo%202010.pdf

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