El constante
desarrollo tecnológico implica riesgos y beneficios deben ser regulados para
evitar perjudicar a los consumidores. Los productos transgénicos derivados de
la biotecnología manipulan seres vivos cuyo fin último es el consumo humano o
animal. A la par de esta nueva tecnología han surgido leyes que la regulan,
impulsando el conocimiento y aplicación en la agricultura y la ganadería.
Dichas leyes buscan beneficiar a los agricultores, preservar la diversidad genética
y buscar una solución a la demanda alimentaria. Para ello es imprescindible que
exista información clara y transparente acerca de los riesgos y beneficios de
los transgénicos para el público que lo consume.
Por otra parte,
empresas como Monsanto, tienen el monopolio de la producción agrícola; dejando
en desventaja a los pequeños productores. De ahí surge el dilema ético entre
adoptar una nueva forma de cultivo monopolizada o seguir con las formas
tradicionales de cultivo que preservan especies endémicas, pero que dejan
ganancias menores. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), preocupada por la demanda de alimentos a nivel global,
promueve el desarrollo de tecnologías seguras, eficientes y amigables con el
ambiente que disminuyan este problema.
A pesar de la
propuesta de vigilancia y regulación del Protocolo de Cartagena (1969), y de
regulaciones como la Ley de bioseguridad (México, 2005), a favor de la
biotecnología agrícola; productores mexicanos defienden la conservación de las
especies endémicas de maíz (amenazadas por la importación de transgénicos). En
contraparte, el Centro de Investigaciones Económicas, Sociales y Tecnológicas
de la Agroindustria y la Agricultura Mundial sugiere el acceso a esta tecnología,
considerando que es una solución para la alimentación de la población rural
mexicana.
Hasta la fecha,
de acuerdo con la FAO, ningún producto transgénico ha sido señalado como dañino
ni difieren sus propiedades nutrimentales de los que no lo son, por lo que no
es necesario que se etiquete, ya que esto causaría pánico en la población y la
mayoría preferiría no consumirlo. Por lo tanto, debe proporcionarse información
científica que avale su beneficio, ya que de lo contrario se estaría
incurriendo en una falta ética hacia el consumidor, privándolo de la decisión
de elegir entre un producto transgénico y uno que no lo es. Hoy en día
prácticamente todos los alimentos contienen productos transgénicos, si queremos
consumir un producto realmente natural debemos optar por los que estén
etiquetados como orgánicos.
Zeina Ashira
Zeina Ashira
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