Una ola de calor es un periodo prolongado, excesivamente
cálido, que puede ser también excesivamente húmedo, aunque ello suele ser muy
raro, ya que el propio calor atmosférico hace que el agua se evapore y se
condense formando nubes, con lo que disminuye el calor atmosférico al ser en
parte absorbido por esas nubes. Aunque algunas regiones son más susceptibles a
olas de calor que otras.
Pueden causar muertes por hipertermia, especialmente entre
los ancianos. Si, además, se produce una sequía que seca la vegetación, las
olas de calor pueden provocar incendios forestales. Muy seguido las olas de
calor conducen a picos en el consumo de electricidad debido al incremento en el
uso de aire acondicionado, lo cual puede generar fallos en el suministro de
electricidad.
En los próximos años sufriremos temperaturas extremas más a
menudo y éstas afectarán a zonas del planeta que en la actualidad gozan de un
clima moderado y en las que no son habituales. Es la conclusión de un equipo de
científicos tras realizar una proyección hasta el año 2100 a partir de los
registros históricos de temperatura y los niveles de emisiones a la atmósfera
de dióxido de carbono (CO2).
No obstante, si se aplican medidas de mitigación eficaces y
las emisiones descienden sustancialmente, los efectos positivos empezarían a
observarse hacia el año 2040, pues las olas de calor extremo se estabilizarían
y dejarían de aumentar.
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