23/7/11

¡Hola terrícolas!

Por fin terminó nuestro concurso, gracias por participar.

A continuación les pongo los escritos ganadores.

¡Felicidades ganadores!

¡Qué la fortuna gobierne sus días!

Saludos

Ciertamente Somos Raros

Decidir es un poco difícil, uno trata de ordenar sus ideas pero estas simplemente no aparecen con un orden lógico. Hablar es complicado, uno quiere las palabras correctas pero estas siempre se mezclan y se van. Pensar parece casi imposible, uno quiere concentrase en algo pero siempre terminas pensando en lo que no querías pensar.

Siempre he creído que la mente de cada uno de nosotros es como una típica oficina de cualquier empresa, llena de documentos importantes: conocimientos inútiles, recuerdos inolvidables, rencores guardados, personas amadas, dificultades, miedos, gustos, secretos, etc. Todo en una pila de papeles y hojas en todos lados, cajones abiertos y archiveros tan mal usados que no dan ni ganas de verlos. Polvo en cada rincón, papeles destruidos y un basurero vacio porque nunca se puede hacer desaparecer lo que está ahí.

Imaginando que todos tenemos una confusión de esa magnitud en nuestra mente y que conforme vamos creciendo añadimos más y más papeles, me pregunto:

¿Qué pasaría si de repente llegara a mi mente una persona deseosa de poner orden? Entonces me doy cuenta de que existen todo tipo de reglas, maestros, creencias, consejos y papás. Que siempre van a buscar poner al frente los papeles importantes, separar lo bueno de lo malo, diferenciar lo normal de lo raro, orden, orden y más orden. Pero uno puede ser muy listo y burlarlos fácilmente, o como yo imagino solo limpio por encimita unos cuantos papeles y hojas, para darles la razón y que no muevan más, pero en el fondo todo sigue igual, desorden y caos.

Bueno, al menos le encontramos solución, pero entonces me pregunto ¿Qué pasaría si de repente llegara a mi mente un persona deseosa de desorganizar más esta pobre oficina? Entonces me doy cuenta de que existen los problemas, las dificultades, el dolor, la culpa, la tristeza. Todo lo negativo que siempre tirara mis pilas de papeles, y derrumbará hasta el último cajón de recuerdos, haciéndonos guardar odios y resentimientos. Pero uno puede ser muy listo y burlarlos fácilmente, o como yo imagino guardo los papeles viejos, cierro con llave los cajones de vergüenza y guardo los rencores en un pequeño rincón en el que la basura se acumula y se llena de polvo para nunca enfrentarlos y no pasar dolor.

Pero entonces imagino más y me pregunto ¿Y si de repente llegara a mi mente una persona que no quiere limpiar, pero tampoco quiere ensuciar más? Entonces me doy cuenta de que existe la amistad, el amor, el cariño, la bondad. Que siempre van a buscar en mí alguien con quien hablar, no cambiaran nada, porque me van a respetar y me aceptarán como soy. Pero es aquí donde uno puede ser tan tonto y lo ignoramos fácilmente, o como yo imagino solo cerramos la puerta y no permitimos que entre nadie, preferimos quedarnos dentro sin que nadie vea el interior.

Ciertamente la mente es un misterio y muy pocos se dan el tiempo para conocerla o conocer la de los demás. El orden aparente nunca aparecerá, porque cada quien tiene su propio orden, cada quien decide diferente, habla diferente y piensa diferente. También es cierto que siempre habrá los que nos quieran ayudar a limpiar y eso es bueno porque la suciedad trae enfermedades, y también es cierto que siempre habrá quien quiera volver a tirar todo y eso es bueno porque si no te enfermas no puedes generar anticuerpos. Equilibrio, como todo en la vida es sano, y ¿Por qué no habría de serlo en la mente también?

Y lo más importante, siempre habrá los que quieran aventurarse en nosotros, conocernos, respetarnos, amarnos, sin cambiar nada, todo tal y como esta. Aunque a veces tengamos miedo de que nos conozcan en realidad. Problemas, habrá siempre, reglas habrá siempre, pero amigos...esos no estarán siempre y si encuentras uno no le cierres la puerta y entrega todo lo que tienes.

Pero como dije antes, esto es solo algo que yo imagino.

Y si por alguna extraña razón te sentiste identificado con lo que aquí describo, es porque tienes una mente con desorden tan caótico como el mío, o eres tan raro que ni siquiera te habías dado cuenta. Pero no hay problema, los amigos y sobre todo los raros siempre podemos y queremos compartir la llave a lo más extraño de nosotros. Porque bien dicen los que saben: los buenos amigos son raros, pero los amigos raros no solo son buenos, son los amigos verdaderos que guardas para toda la vida.

Escrito por Mokukas

1° lugar de nuestro Concurso de Escritura categoría cuento

Elysion

Mis niños… tienen que llegar… al paraíso
Esas fueron las últimas palabras que nos dijo mi madre después de que un escuadrón de militares de nuestro lugar de origen la masacraron, torturaron y asesinaron sin piedad, en nuestra propia cabaña… frente a los ojos de mi hermano mayor y míos, aun lo recuerdo, como si fuera ayer.
-¡Dion! ¡Alysa! ¡Si no bajan, no les dare su desayuno y tendrán que buscar algo por su cuenta! Arriba dormilones-, son las mismas palabras con las que mi madre nos despertaba cada mañana
-Alysa… hermanita… es hora de levantarse,  mama se va a enojar si no bajamos- me decía Dion mientras bostezaba y trataba de levantarse
-Hermano… no me molestes… estaba soñando con el paraíso- murmuraba entre sueños. –Era hermoso, todo se encontraba lleno de hermosas flores y grandes lagos de agua tan pura y cristalina… además se encontraba rodeado de unas enormes montañas, como si lo estuvieran protegiendo…-
-Ay Alysa!, eso es solo un cuento-
-Desde la primera vez que nos contó la historia, pienso que encontraremos a papá, he deseado que tú, mama y yo pudiéramos vivir ahí, sin tener que preocuparnos de que la encuentren…-
-Si existiera un lugar así… me encantaría verlo y ser felices ahí…-
-Incluso, he creído escuchar a una niña que me dice que vaya a buscar la llave…-
-¿Cuál llave?-
-No lo sé… es lo que le entiendo…-
-(una pequeña risa) ¿y qué tal si es de la puerta?-
-la llave… de la puerta… del paraíso…- comenzaba a roncar de nuevo Alysa
-Oye Alysa!!!!! ¡¡¡¡¡¡No te vuelvas a dormir!!!!!!- decía Dion desesperado y un poco molesto
-Ya voy…- estaba dando un gran bostezo
Todas las mañanas eran lo mismo, mi hermano luchando por despertarme y mi madre apurándonos para bajar, después del desayuno nos daba una lista con los ingredientes que mi hermano y yo debíamos ir a comprar en el mercado del pueblo, una vez de regreso, le ayudábamos a cocinar a mama, a veces pasteles o galletas o pan, sin embargo ese día no era como los otros, habían demasiados soldados rondando por la plaza y colgando carteles buscando a una mujer…
-Por disposición del rey, se les obliga a darnos cualquier información relacionada con esta mujer- gritaba uno de los soldados mientras mostraba un cartel. -Se le conoce como la Sacerdotisa Phoena, es una mujer traidora, que merece conocer la ira de nuestro Dios, debe de pagar por sus pecados-
-Her…ma…no…- apenas podía pronunciar palabra alguna
-Han encontrado a mama… Alysa hay que regresar- Dion me tomó de la mano y corrimos lo más rápido hacia nuestra cabaña
-Ella es muy bella como cualquier otra sacerdotisa, sin embargo su rasgo más característico es que tiene los ojos de color amatista- otro de los soldados gritaba
-Este… disculpe…- una señora se acercaba a los soldados.
-¿Tiene información relevante señora?
–No he visto a esa mujer, sin embargo hay 2 niños con el mismo color extraño de ojos que suelen venir a comprar comida-
El soldado la toma por sus ropas y con una enorme fuerza la levanta y furioso decía -¡¿Y donde se encuentran ahora?!-
-No… lo sé… - decía con dificultad – (tose) solo sé que viven… en las afueras… de la ciudad- el soldado la soltó y con una fuerte y enfurecida voz les dijo a sus subordinados –¡¡¡Todas las tropas en marcha!!! ¡¡¡No hay que dejarlos escapar!!!- todos los soldados emprendieron el rumbo hacia la solitaria cabaña donde habitaban Alysa y su familia.
-Hermano, ya no puedo más… - decía muy agotada
-Resiste un poco más Alysa, ya mero llegamos con mamá- Dion me decía en tono preocupado – ¡Llegamos! –
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mama!!!!!!!!! – gritábamos desde lo lejos – tenemos que irnos, vienen por nosotros –
- ¿Pero qué…? No es posible, ¿cómo nos encontraron? – Mi madre Phoena soltó el florero que tenía en sus manos y corrió hacia la puerta para recibirnos, sin embargo no muy lejos de nosotros pudo distinguir claramente que los soldados se estaban acercando –Dion, rápido escóndete con tu hermana y por nada del mundo vayan a salir ni a decir nada-
-Pero mamá…yo quiero…-
-¡¡¡¡¡Es una orden!!!!- mi hermano y yo estábamos muertos de miedo, mi madre se arrodilló y nos abrazó lo que iba a ser la última vez y con lágrimas en sus ojos nos dijo –Dion… mi muchacho cuida siempre a tu hermana, mi pequeña Alysa… nunca dejes de sonreír y soñar…- diciendo eso mi madre nos ocultó y unos pocos segundos después los soldados llegaron a nuestra casa.
-Sacerdotisa Phoena, por el cargo de traición y deshonra al templo de Aion queda bajo arresto- escuché que uno de los soldados le decía a mi madre –Si quiere conservar su vida deberá de venir con nosotros e indicarnos el paradero de los bastardos-
-Aunque estuviera muerta, jamás les diría donde están mis hijos- dijo mi madre de una muy molesta
-Es su decisión… - cuando el soldado terminó de hablar le clavó a mí madre una lanza en su hombro – y ahora… ¿hablarás?-
-Nunca-
Golpeaban a mi madre de una forma tan brutal para que hablara y una tras otra las lanzas le eran clavadas en su cuerpo, el cual alguna vez fue hermoso y en ese momento se encontraba lleno de sangre, mi hermano trataba de cubrirme mis ojos y taparme los oídos, pero fue en vano, ante tanto dolor y sufrimiento no era posible no ver ni oír, lloraba y lloraba porque no podía hacer nada para ayudarla y Dion cada vez acumulaba más y más ira, hasta que de repente mi madre dejó de moverse y los soldados revisaron la casa, al no encontrarnos se retiraron. No recuerdo cuanto tiempo estuvimos escondidos, solo sé que al salir podía ver la luna iluminando el cuerpo de nuestra madre, al salir para acercarnos a ella, con su último aliento nos dijo que teníamos que llegar al paraíso, yo me solté a llorar sobre el cuerpo muerto de mi madre, en cambio, Dion, empezó a sacar una a una las lanzas incrustadas en mamá, y me pidió que fuera por agua y un pañuelo para limpiar toda la sangre que estaba sobre ella, no tardamos mucho en darnos cuenta de que no estábamos solos, uno de los soldados no se había ido con los demás, antes de que él pudiera correr hacia sus compañeros Dion tomó una de las lanzas y le atravesó la garganta, en ese momento dejó de ser un niño de 12 años para convertirse en hombre, lo único que me dijo fue –lo siento Alysa…- tomó mi mano, le prendió fuego a nuestra cabaña y comenzamos nuestro deambular.
De eso ya son 7 años, y no puedo olvidarlo, mi hermano juró venganza ante el rey Xylon, pero yo… lo único que quiero es encontrar la llave de las puertas del paraíso ya que tengo la esperanza que ahí se encuentra mi madre, y también mi padre, así al fin podremos vivir como una familia… pero a la vez… tengo miedo… de nunca poder hallarla.
Escrito por Kuroi no Tenshi
2° lugar de nuestro Concurso de Escritura, categoría cuento

Here Comes the Sun



“El rostro de la muerte
es un espejo
en él nos reflejamos todos
La luna se refleja para
el que muere de noche
Se reflejan reyes sabios
y los hombres más vulgares”

-          Daniel Greene, “Retrato universal”


No era como las demás, nunca salió a fumarse un cigarrillo, y cuando quise dejar de comer, me dio la sopa a bocados pequeños. Le decían ‘Delfi’ porque se llamaba Filadelfia, había estudiado enfermería para cuidar a niños pequeños. Me contaba que el desorden y la hiperactividad infantil la hicieron trasladarse a geriatría, y luego a quemados, y después a cáncer. Ahí nos presentó mi oncóloga, la afable doctora Gutiérrez, y aunque Delfi y yo pasaríamos juntos los peores momentos de mi enfermedad, esos de pérdida progresiva de funciones, nada me ha avergonzado más en mi vida que estar frente a ella (y sus rizos largos) sin un gorro puesto, ni peluca, ni siquiera una mascada que cubriera mi calvicie de adolescente en tratamiento intensivo.

Qué estúpido, pensar que ella podría burlase de algo tan común en esa zona del hospital, y me sentí como mi madre cuando daba a luz: una parturienta pudorosa cuando le abren los muslos bañados en sangre. Supongo que es hereditario avergonzarse por cosas como esa, tan nimias; son costumbres que el paso del tiempo no puede quitarle a las personas, rasgos que se transmiten de generación en generación. Y aunque sé que en mucho no es cierto, heredé el cáncer cerebral de la madre de mi madre.

Por así decirlo, entre los pacientes y el personal yo era famoso (o infame, más bien); había pasado ya por varias enfermeras, pero no recuerdo sus nombres con claridad, ni una sola había sido de mi agrado. Sus uniformes de tela impecable, las cofias que coronaban sus cabezas eran señales de que todo lo que hacían lo hacían por el trabajo, y a cada una de ellas no le importaría mi muerte. Delfi era muy distinta, llevaba siete años en el hospital y todos sus pacientes la recordaban con cariño. Sin duda era experta en casos difíciles, probablemente había atendido a muchos como yo, pero el escucharla pronunciar mi nombre fue como si realmente sintiera aprecio por mí. Algo en el interior me dijo que con ella quería quedarme hasta el final, sea cual éste fuese.

Yo no era extraordinario, solamente otro chico sin cabello condenado a morir; era un nombre más en la lista: R. Sohma (y mal escrito, además). Cuando obtuve la autorización para dejar el tratamiento y pude volver a casa, mis padres la contrataron particularmente para cuidar de mí. Y a pesar de que tenía un contrato con el hospital, ella fue, así de poderoso era mi apellido. Su cara era tan dulce que no podía pensar en el dinero que le darían a mis espaldas, y en cómo ella iba a seguir adelante cuando yo muriera. Delfi había pasado por tantas muertes, por tantos funerales que otro más no sería gran cosa. Pero mi deseo era distinto, yo quería ser especial para ella, quería permanecer en su memoria.

Morir, funerales, supongo que yo hablaba mucho de eso; mi madre hacía todo para que yo intentara ser más optimista, me llenó el cuarto de flores, de mis libros favoritos, y al poco tiempo ya no pude leer ni escribir, y le dictaba a Delfi los comandos para que alguien más terminara los sistemas que yo había dejado en construcción. Recuerdo cuando me preguntó con que ‘b’ se escribía ‘Basic’, se me hizo encantador. Al percatarse lo mucho que observaba a Delfi, mamá me contó sus experiencias amorosas: el típico cuento de cómo conoció a mi padre; pero esta vez era distinto, yo no estaba enamorado. Tuve la experiencia del amor cuando era más joven, y lo único que me quedó era mi mascota: una cacatúa de nombre Goliath. Por Delfi no era lo mismo, era algo diferente, un respeto, una fe sin causa.

Nos gustaba intercambiar anécdotas del oficio, cómo yo pasaba horas tecleando sin comer, cómo ella velaba por sus pacientes. Siempre me decía que era peligroso malpasarse, no importaba realmente la edad. Era extraña la forma en la que a veces me trataba como a un niño, aunque estoy casi seguro que yo era mayor que ella. Supongo que Delfi nunca dejó de creer que yo tenía catorce años, la edad en que me diagnosticaron epilepsia y se detuvo mi desarrollo. Ahora mi hermana menor, María, está embarazada, y yo soy un niño de veintiocho años, muy débil para caminar.

Delfi me dio consuelo en innumerables ocasiones, limpió mi rostro cuando el medicamento me hacía vomitar, sostuvo mi mano las muchas veces que grité de dolor; y mientras pude mantenerme erguido, me paseó por el jardín en silla de ruedas, contándome las vidas de personajes ilustres. ‘Sabía mucho de hombres muertos’ bromeábamos. Su presencia me resultaba reconfortante, un alivio para el dolor. Incluso los últimos momentos, cuando me pusieron morfina hasta que caí en un profundo trance, sólo dejaba de dolerme con ella a mi lado. Y sus ojos… sus ojos negros me daban certeza. ¿De qué? No sabía.

Todos mis parientes me visitaban, si hubo algo bueno de mi enfermedad es que toda la familia se reunió bajo un solo techo. Todos excepto mi hermano, que vivía en el manicomio desde que yo tenía seis años y él me intentó lanzar de un cuarto piso. En ese tiempo él tenía once, pero papá es un doctor respetable en psiquiatría, y se odiaban. Me pregunto si me habría dejado morir sin tratamiento de haberme odiado.

Delfi era, también, mi mediadora, me ayudó a entender a los doctores, y me dijo con toda honestidad cuando, en argot médico, confirmaron que me quedaban pocos meses. Cuando mamá se enteró de la prognosis, echó a llorar como nunca antes; aunque no creo que pensaba en verme curado, siempre que dicen que alguien a quien amas va a morir, no puedes sentir menos que sorpresa. Delfi también la consoló, y a María, y a mi padre. Justamente lo último que recuerdo antes de la inconsciencia es a papá llorando, mientras preguntaba por qué a mí y no a alguien más, por qué a mí y no a mi hermano.

Al poco tiempo, todo se transformó en una maraña de sensaciones, los días pasaban en un parpadeo. Las cosas desfilaron frente a mí como un ensamblaje de película: Delfi leyéndome la Iliada, Delfi acercándome las flores para que pudiera percibir su perfume, mi pájaro Goliath, que no soportaba a Delfi, como si algo malo le supiera. En algún momento escuché a mi hermano mayor cerca de mí, me llamaba, confesándome cosas incoherentes. Escuché a mi hermana tarareando Here Comes the Sun, y sentí la tibieza tranquila de la primavera. Había pasado ya más de diez meses en tratamiento, y todos queríamos que las cosas terminaran.

Recuerdo bien mi última noche, algo, quién sabe qué, me había hecho despertar. Estaba de pronto consciente, pero no tenía la voz para llamar a nadie. Distinguí a Delfi en la obscuridad, reclinada sobre un sillón viejo, era media noche, pero pronto supe que estaba despierta. Tenía la mirada fija en mí, como si nunca cerrara los ojos, como si no durmiera nunca. Estaba a punto de llamarle: Delfi, Delfi, pero fue imposible; una fuerza me cerró la garganta, y nos quedamos los dos, ella mirando mis ojos y yo los suyos, negrísimos. Sentí su alma escrutando la mía con descaro, en ese momento le fui transparente.

Se levantó. No pude despegar la vista, y con cada paso de sus pequeños pies, con cada clic clac de sus lindos zapatos de enfermera, se hacía más intenso el escalofrío que subió por mi espalda. Me había helado el corazón, y el poco cabello que me había comenzado a brotar lo sentí erizándose hasta la punta. De pronto ya estaba muy cerca de mí, sentada en la orilla de la cama, acariciándome las manos o lo que quedaba de ellas después de mi lucha contra el cáncer. Yo me sentía temblar, pero no era por el frío de la noche, ni por la terapia que me hacía tan débil, sino porque la vi. La vi, vi algo más que sus ojos, vi su cabello que se confundía con la noche, su piel blanca por la luna, sus labios, su media sonrisa.

Murmuré por fin su nombre: Delfi, y se escuchó tan ajeno, tan distinto. En ese momento ninguno de los dos era la persona que había sido antes, ella no era Delfi. Y aún así, sonrió. Vi sus dientes pálidos, perfectos, y lo supe, esa sonrisa tan confiada me lo había dicho todo. Sin palabras me dijo que era hora, que debía de irme. Tuve miedo, me sentí una persona mal agradecida por no haberle dicho adiós ni a papá ni a mamá, por hacerlos sufrir tanto y al final no despedirme. Tuve miedo del dolor, el ahogo, de todas las penurias que me había hecho sufrir la terapia.

Pensé en Goliath, seguro moriría al poco tiempo de tristeza, solo, porque mamá y María lo tachaban de sucio, insoportable. Pensé en mi hermano y sus confesiones: ¿Qué habría querido decirme? Pensé en mis sistemas inconclusos, pero Delfi me acarició la cara, y supe que todo sería para mejor. Cerré los ojos al sentir su beso húmedo en mi frente, un beso helado, y comprendí en ese instante que cuando miras a la muerte a los ojos no sientes temor, no sufres, sólo hay calma, una certeza inexplicable.

Y casi puedo escuchar a María tarareando: Here comes the sun / Here comes the sun/ and I say / It’s all right…

Escrito por Daniel Greene
3° Lugar de nuestro concurso de escritura, categoría cuento

Si quieren otro corazón a la mitad...Aquí esta

Mil maneras d morir
Ninguna funciona para mí
Con palabras complicadas todo será igual
Puedo alimentar tu ego
Pero no puedo más
Eres mi crisis existencial

Si alguna vez dije que solo eras tú
Lamento que haya sido así
Nunca quise mentir
Si alguna vez dije que la vida no tiene fon
Lo siento
No tenía algo mejor para decir

Distraes mi atención con palabras necias
Que te hacen ver mal
Ten cuidado cuando hables de amor
Tus palabras tienen doble filo y te puedes lastimar

Si alguna vez dije que solo eras tú
Lamento que haya sido así
Nunca quise mentir
Si alguna vez dije que la vida no tiene fon
Lo siento
No tenía algo mejor para decir

Si, llévate la vida que tanto cuide
Son tuyos los pedazos que deje antes de caer
Porque tú me harás morir
Si te quedas
Tu inseguridad me hará morir

Si alguna vez dije que solo eras tú
Lamento que haya sido así
Nunca quise mentir
Si alguna vez dije que la vida no tiene fon
Lo siento
No tenía algo mejor para decir

Que más podría importar
Ellos conspiran en tu habitación y aplauden si te sientes mal
Dijeron fácil
Creo que no
Esperan más latidos sin razón
Buscan otro corazón a la mitad

Ahora solos
Si lo peor y no me siento feliz
Nadie dijo que seria así
¿Tú lo hiciste?
Porque no te pude oír. 

Escrito por Luis Alfredo Leyva Chavez
1° Lugar de nuestro concurso de escritura, categoría poesía

3/7/11

El crepúsculo de las ideas

En el infinito sublima la copla
Y el verso destruye la nada,
La ira construye el destino
Y a mi alma desgarra tu faz.

El destello de un día
Una vida en agonía,
El tiempo colapsando falaz
 Y La distancia una mofa mortal.

Brillos letales sorprenden la esencia
Sin forma ni cuerpo se extinguen,
La coherencia se vierte y disuelve
Un brebaje madura tu ausencia.

Mis ojos no te miran ya más
Enraizado a la forma, se aprisiona al ser
Sobre barrotes virtuales se disuelve la idea,
El tiempo colapsa en lágrimas de la distancia.

Tu vida en la mía
Mi vida es tan tuya,
Diáfana fantasía,
Suspiro sin alegría.

El seguimiento se pierde,
La luz obsequia desorden,
Mi voz cae iluminada
Mis palabras tiñen la pluma.

En tinta obscura abraza la luz
Un orden mortal mutila la idea,
En el fin de los tiempos se asoma
La esencia que a todo distorsiona.

La luz encuentra el orden
La onda no pretende viajar,
El enamoramiento palpita en su ser
Y destaja uno a uno sus rayos de luz.

La luz se funde y se tiñe
Las ondas se mezclan gloriosas,
La obscuridad es teñida de luz.


Se retuerce enfurecido el tiempo,
Si la luz no pretende viajar
La inercia no vuelve jamás,
Pues no existe sin el movimiento.

Vida y muerte son vencidas
Superadas y olvidadas,
El desorden se extingue de tajo
El sentido adquiere su fin.

No importan los años
Lustros, decenios, milenios o evos.
Esto no pretende cambiar.

Al límite de las palabras
La luz conspira en las sombras,
Pero una mezcla homogénea de esencias
Libremente unidas no se separan jamás.

Al margen de la vida y antes de la muerte,
Más allá del bien y sin cruzar el mal
Se plasma en sueños la historia.

En la cúspide del tiempo
Mueren las ideas,
Solo el sentir importa,
Y yo me siento tan tuyo.

Ama, es un verbo reinante
Simplemente en presente,
No contiene principio ni fin
Simplemente es un beso en tu frente.

La luz no desvanece alrededor
La oscuridad abraza mi ser,
Beso tu esencia a través de la ventana,
Que como lo que siento escapa del concepto.

La prosa reina en el nirvana
Pero aquí el verbo ya ha muerto,
Sin embargo no ha quedado sin vida
Permanece inmutable en el tiempo.

El viento no pasa del largo
Prefiere circular al paso,
Acaricia tierno tu forma
Y embelesa dulce tu ser.

Escrito por Poeta Infernal
2° Lugar en nuestro concurso de escritura, categoría poesía

1/7/11

Superpoderes

   Bueno, creo que todos sabemos que es un superpoder, y que nos encantaría tener uno... o al menos, más de uno. Generalmente, sabemos que son producto de la ficción, de ahí nombrados superhéroes; y que éstos pueden originarse por diversos motivos, como un accidente, herencia, un experimento, por algún objeto mágico, entre otros.

   A quien no le han preguntado: ¿Qué superpoder te gustaría tener? Realmente, podríamos considerarlo una pregunta difícil, pues son tantos que no sabríamos cual elegir. Aquí les pongo su clasificación más un ejemplo en comics, pelis y demás:
• Habilidades Físicas.
   o Superfuerza: Mr. Increible, Superman.
   o Elasticidad: Elastigirl.
• De desplazamiento:
   o Teletransportación: Nightcrawler y Azazel.
   o Vuelo: Ángel (X-men 3)
   o Supervelocidad: Dash (Los increíbles) y Flash.
• Manipulación física:
   o Invisibilidad: Danny Phantom, Sue (Los 4 fantásticos), Violeta (Los Increíbles).
   o Intangibilidad: Kitty/Shadowcat (X-men), Danny Phantom.
• Biopoderes:
   o Grito superagudo: Banshee (X-men)
   o Regenaración de tejidos: Wolverine.
   o Transformación corporal: Jack-Jack (Los Increíbles).
• Poderes mentales/psíquicos:
   o Telequinesis: Jean Grey.
   o Telepatía: Profesor X, Emma Frost (X-men)
• Poderes defensivos:
   o Escudos: Violeta (Los increíbles).


   Si quieren saciar su curiosidad, pues hay tantos poderes que me cuesta mencionar, aquí les dejo dos links:
http://es.wikipedia.org/wiki/Superpoder
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Superpoderes

Hasta aquí mi artículo de este mes.


Que la fuerza los acompañe.


Lil_GM ^^

Convocatoria "Primer Concurso de Escritura de los Navegantes de Sirio"

Primer Concurso de Escritura de los Navegantes de Sirio

Tema: Libre

Participantes: Quien quiera

Premiación:

1. Dos libros (a escoger de la lista) para el primer lugar y uno para el segundo y tercer lugar de poesía, igualmente para los de cuento:

-Aléjate e la casa del árbol, de R.L. Stine
-Hamlet, de W. Shakespeare
-Goosebumps, de R.L. Stine
-Acertijos matemáticos.Ingeniosos rompecabezas matemáticos, de Yavé Gutiérrez
-Romeo y Julieta, de William Shakespeare
-Los mejores cuentos de pánico y terror, Antología
-Rasputín, de Jesús Gabriel González
-Estructura socioeconómica y política de México. Un análisis interdisciplinario crítico y constructivo, de Marcelino Trujillo Méndez
- Memoria y esperanza, de Mario Benedetti
- El fantasma de Canterville y otros cuentos, de Óscar Wilde
- ¿Quién quiere a los viejos?, de Ricardo Alcántara
- Betsabé nunca duerme, de Carmen Gómez Ojea
- Los ojos del perro siberiano, de Antonio Santa Ana
- El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson
–El Diario de Ana Frank, de Ana Frank
–El Quijote de la mancha, versión de Felipe Garrido
–Cañitas, de Carlos Trejo
–El Anticristo, de F. Nietzche
–El cementerio sin lápidas y otras historias negras, de Neil Gaiman
–Poesías completas de Sor Juana, de Sor Juana Inés de la Cruz
–Relatos de Vampiros, antología
–Peter Pan, de J.M. Barrie

2. Dulces japoneses, a escoger entre Pockys o Ramuné para el primer y segundo lugar. (http://es.wikipedia.org/wiki/Ramune http://farm1.static.flickr.com/75/164581574_289aada9a7.jpg )

3. Los 3 primeros lugares de ambas categorías serán publicados en el blog y en el Facebook de los Navegantes.

Bases:

1.º El tema es completamente libre.

2.º El plazo de admisión se cerrará a las 11:59 pm (México) del domingo 17 de julio del 2011
3.º El largo de ambas categorías debe ser de mínimo una página y máximo 3 páginas.

4.º Los textos habrá que enviarlos en un documento de Word o en formato pdf al correo de los Navegantes (navegantesdesirio@hotmail.com) sin olvidar el nombre o pseudónimo del participante , bajo el asunto "I Concurso de Escritura".

5.º Pueden participar con un poema y/o una historia, pero no con 2 poemas y/o 2 historias (o más).

6.º Acabado el plazo, los sirianos leeremos los escritos recibidos y entre todos escogeremos las mejores (dos de los sirianos somos “escritoras en entrenamiento”)

7.º El escrito debe ser original y no haber sido ya publicado. Los sirianos tendremos el derecho de investigar si ya han sido publicados, esto para evitar plagio.

8.º Si se comete plagio queda descalificado.

9.º Los resultados se darán a conocer el sábado 23 de julio de 2011(depende de cuantos escritos se reciban). El envío de premios se realizará por correo por lo que a los ganadores se les solicitará su dirección y teléfono, el envío se realizará antes de que termine el mes de agosto. La publicación se efectuará en cuanto se tengan los resultados.
Otras Consideraciones:
1° La rima de la poesía es libre.

2° Algunos de los libros ya han sido utilizados, pero se hallan en perfectas condiciones.

3° Cualquier duda, comentario o sugerencia por favor ponerla en el muro de Facebook o mandar un correo a navegantesdesirio@hotmail.com [se recomienda mandar copia a mtzvg@hotmail.com; en este correo no se aceptan documentos participantes, solo es para consulta; por otro lado queda también a su disposición el correo porterdel2000@live.com.mx como alternativa para consultar]

Patricia Piccinini

   Alguna vez se han preguntado… ¿Qué pasaría si el humano avanzara tanto en la ciencia genética que creara nuevas y extrañas creaturas más allá de nuestra imaginación? ¿Podríamos llevar la carga de estas nuevas creaciones? ¿Cómo sería? ¿Qué pasaría si hubiera errores? Patricia Paccinini es una artista que aborda estos temas mediante su arte.

   Esta artista australiana ha estado realizando trabajos sobre estos temas por los últimos quince años; lo que utiliza para expresarse es la escultura, dibujo, fotografía e incluso la realidad virtual en la cual recrea un mundo artificial en el que conviven extraños seres.

   Una vez que uno se adentra a su mundo puede descubrir distintas historias y los mensaje que promueven sus obras, como los avances tecnológicos se relacionan con nuestra realidad en la vida cotidiana modificándola y como nos impacta como individuos y como sociedad.

   Su obra es muy realista e impresionista, por lo cual las personas pueden quedar impactadas muy fácilmente, y nos deja con la duda de si es posible que realmente lleguemos a esos puntos, si es posible que vivamos esa extraña realidad.

   Una obra que sin duda vale la pena apreciar e indagar. A continuación les dejo un video donde la artista habla sobre su obra.


Saphira Kailen