Mis niños… tienen que llegar… al paraíso
Esas fueron las últimas palabras que nos dijo mi madre después de que un escuadrón de militares de nuestro lugar de origen la masacraron, torturaron y asesinaron sin piedad, en nuestra propia cabaña… frente a los ojos de mi hermano mayor y míos, aun lo recuerdo, como si fuera ayer.
-¡Dion! ¡Alysa! ¡Si no bajan, no les dare su desayuno y tendrán que buscar algo por su cuenta! Arriba dormilones-, son las mismas palabras con las que mi madre nos despertaba cada mañana
-Alysa… hermanita… es hora de levantarse, mama se va a enojar si no bajamos- me decía Dion mientras bostezaba y trataba de levantarse
-Hermano… no me molestes… estaba soñando con el paraíso- murmuraba entre sueños. –Era hermoso, todo se encontraba lleno de hermosas flores y grandes lagos de agua tan pura y cristalina… además se encontraba rodeado de unas enormes montañas, como si lo estuvieran protegiendo…-
-Ay Alysa!, eso es solo un cuento-
-Desde la primera vez que nos contó la historia, pienso que encontraremos a papá, he deseado que tú, mama y yo pudiéramos vivir ahí, sin tener que preocuparnos de que la encuentren…-
-Si existiera un lugar así… me encantaría verlo y ser felices ahí…-
-Incluso, he creído escuchar a una niña que me dice que vaya a buscar la llave…-
-¿Cuál llave?-
-No lo sé… es lo que le entiendo…-
-(una pequeña risa) ¿y qué tal si es de la puerta?-
-la llave… de la puerta… del paraíso…- comenzaba a roncar de nuevo Alysa
-Oye Alysa!!!!! ¡¡¡¡¡¡No te vuelvas a dormir!!!!!!- decía Dion desesperado y un poco molesto
-Ya voy…- estaba dando un gran bostezo
Todas las mañanas eran lo mismo, mi hermano luchando por despertarme y mi madre apurándonos para bajar, después del desayuno nos daba una lista con los ingredientes que mi hermano y yo debíamos ir a comprar en el mercado del pueblo, una vez de regreso, le ayudábamos a cocinar a mama, a veces pasteles o galletas o pan, sin embargo ese día no era como los otros, habían demasiados soldados rondando por la plaza y colgando carteles buscando a una mujer…
-Por disposición del rey, se les obliga a darnos cualquier información relacionada con esta mujer- gritaba uno de los soldados mientras mostraba un cartel. -Se le conoce como la Sacerdotisa Phoena, es una mujer traidora, que merece conocer la ira de nuestro Dios, debe de pagar por sus pecados-
-Her…ma…no…- apenas podía pronunciar palabra alguna
-Han encontrado a mama… Alysa hay que regresar- Dion me tomó de la mano y corrimos lo más rápido hacia nuestra cabaña
-Ella es muy bella como cualquier otra sacerdotisa, sin embargo su rasgo más característico es que tiene los ojos de color amatista- otro de los soldados gritaba
-Este… disculpe…- una señora se acercaba a los soldados.
-¿Tiene información relevante señora?
–No he visto a esa mujer, sin embargo hay 2 niños con el mismo color extraño de ojos que suelen venir a comprar comida-
El soldado la toma por sus ropas y con una enorme fuerza la levanta y furioso decía -¡¿Y donde se encuentran ahora?!-
-No… lo sé… - decía con dificultad – (tose) solo sé que viven… en las afueras… de la ciudad- el soldado la soltó y con una fuerte y enfurecida voz les dijo a sus subordinados –¡¡¡Todas las tropas en marcha!!! ¡¡¡No hay que dejarlos escapar!!!- todos los soldados emprendieron el rumbo hacia la solitaria cabaña donde habitaban Alysa y su familia.
-Hermano, ya no puedo más… - decía muy agotada
-Resiste un poco más Alysa, ya mero llegamos con mamá- Dion me decía en tono preocupado – ¡Llegamos! –
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mama!!!!!!!!! – gritábamos desde lo lejos – tenemos que irnos, vienen por nosotros –
- ¿Pero qué…? No es posible, ¿cómo nos encontraron? – Mi madre Phoena soltó el florero que tenía en sus manos y corrió hacia la puerta para recibirnos, sin embargo no muy lejos de nosotros pudo distinguir claramente que los soldados se estaban acercando –Dion, rápido escóndete con tu hermana y por nada del mundo vayan a salir ni a decir nada-
-Pero mamá…yo quiero…-
-¡¡¡¡¡Es una orden!!!!- mi hermano y yo estábamos muertos de miedo, mi madre se arrodilló y nos abrazó lo que iba a ser la última vez y con lágrimas en sus ojos nos dijo –Dion… mi muchacho cuida siempre a tu hermana, mi pequeña Alysa… nunca dejes de sonreír y soñar…- diciendo eso mi madre nos ocultó y unos pocos segundos después los soldados llegaron a nuestra casa.
-Sacerdotisa Phoena, por el cargo de traición y deshonra al templo de Aion queda bajo arresto- escuché que uno de los soldados le decía a mi madre –Si quiere conservar su vida deberá de venir con nosotros e indicarnos el paradero de los bastardos-
-Aunque estuviera muerta, jamás les diría donde están mis hijos- dijo mi madre de una muy molesta
-Es su decisión… - cuando el soldado terminó de hablar le clavó a mí madre una lanza en su hombro – y ahora… ¿hablarás?-
-Nunca-
Golpeaban a mi madre de una forma tan brutal para que hablara y una tras otra las lanzas le eran clavadas en su cuerpo, el cual alguna vez fue hermoso y en ese momento se encontraba lleno de sangre, mi hermano trataba de cubrirme mis ojos y taparme los oídos, pero fue en vano, ante tanto dolor y sufrimiento no era posible no ver ni oír, lloraba y lloraba porque no podía hacer nada para ayudarla y Dion cada vez acumulaba más y más ira, hasta que de repente mi madre dejó de moverse y los soldados revisaron la casa, al no encontrarnos se retiraron. No recuerdo cuanto tiempo estuvimos escondidos, solo sé que al salir podía ver la luna iluminando el cuerpo de nuestra madre, al salir para acercarnos a ella, con su último aliento nos dijo que teníamos que llegar al paraíso, yo me solté a llorar sobre el cuerpo muerto de mi madre, en cambio, Dion, empezó a sacar una a una las lanzas incrustadas en mamá, y me pidió que fuera por agua y un pañuelo para limpiar toda la sangre que estaba sobre ella, no tardamos mucho en darnos cuenta de que no estábamos solos, uno de los soldados no se había ido con los demás, antes de que él pudiera correr hacia sus compañeros Dion tomó una de las lanzas y le atravesó la garganta, en ese momento dejó de ser un niño de 12 años para convertirse en hombre, lo único que me dijo fue –lo siento Alysa…- tomó mi mano, le prendió fuego a nuestra cabaña y comenzamos nuestro deambular.
De eso ya son 7 años, y no puedo olvidarlo, mi hermano juró venganza ante el rey Xylon, pero yo… lo único que quiero es encontrar la llave de las puertas del paraíso ya que tengo la esperanza que ahí se encuentra mi madre, y también mi padre, así al fin podremos vivir como una familia… pero a la vez… tengo miedo… de nunca poder hallarla.
Escrito por Kuroi no Tenshi
2° lugar de nuestro Concurso de Escritura, categoría cuento