"Si tan solo pudiera amarte, quererte e idolatrarte, si tan solo me dejaras llegar a ti para detenerme en tu ternura y gozar de tu dulzura, si me dejaras entrar en tus sueños de placer...seria tu esclavo de amor para hacerte feliz"
Con alegría corrió a su encuentro, había estado esperando tanto tiempo por verlo, había deseado y apresurado su encuentro, ella quería verlo, quería darle un abrazo, tenerlo en sus brazos, ahogarse en su fragancia y perderse en sus ojos, tan solo unos segundos de esta embriaguez la harían inmensamente feliz y por fin lo tenía frente a ella.
Él la vio y sonrió, como hacen los amigos después de no verse un largo tiempo, ella sonrió con cariño, lo saludó y reprimió el impulso de darle un abrazo, en su mente se maldijo por no ser capaz de seguir esa clase de impulsos; lo saludó torpemente, con una sonrisa adornando su rostro; sintió que su corazón latía con fuerza cuando él le contestó el saludo.
Pasaron la tarde como solían hacerlo en sus momentos de escuela, cuando saliendo de las tediosas clases se dirigían a comprar un helado y caminaban hacia sus casas, ella acompañándolo hasta la calle más cercana a la casa de él y luego tomando el transporte a su casa; era inmensamente feliz en ese momento.
Se contaron cosas de la vida, que si bien se las contaban por internet, no es lo mismo que contarlas en persona, ella le contaba todo con alegría, hasta los momentos malos que había vivido, él sonreía y le contaba lo mismo, entonces él habló de una chica más, ella sintió su corazón rasgarse, sin embargo siguió sonriendo escuchándolo.
Él le hablaba entusiasmado de la chica que ahora robaba sus miradas y la invitaba a que ella buscara alguien con quien ser así de dichosa, pero no, ella no podía buscar a alguien porque alguien ya ocupaba sus suspiros y sus miradas, alguien ya era dueño de sus sentimientos y pensamientos, ella ya pertenecía a alguien; pero él nunca sería suyo “¿por qué no puedo ser yo la ocasionadora de esa sonrisa?” se preguntaba en silencio.
Llegó la hora de despedirte, su corazón sufría el dolor de la despedida de saber que alguien ocupaba ese lugar que ella deseaba, pero feliz, por haber estado a su lado y deseaba volver a verlo.
“Amigos, hermanos de cariño, mejores amigos…me parecen palabras insignificantes respecto a lo que por ti siento…” lo vio partir, tomó el transporte a su casa, una fina brizna cubrió el lugar.
Saphira Kailen